Las Cihuateteo

La maternidad es un concepto que universalmente resuena con la nutrición y el sostén de la vida a través de la ternura, la protección, la calidez y el amor, un amor que no requiere ser correspondido para existir. El lazo entre una madre y su hijo jamás será roto, ni siquiera en la muerte. En la cultura de Anáhuac, existe una figura que encarna bellamente este amor a ultranza, ellas son las venerables Cihuateteo, mujeres que ofrendaron su propia vida para que los frutos de sus vientres pudiesen caminar sobre la tierra. Estas mujeres, al dar su vida a cambio de la de su hijo durante el parto, eran veneradas como valientes guerreras, siendo acreedoras a los mayores honores y funerales reservados solo para los más grandes guerreros; al pagar el más alto precio para preservar una vida, se convertían en la fuerza del cosmos más poderosa capaz de abatir cualquier mal, esta fuerza es el amor. El hijo de una Cihuateo era llamado Cihuamiel y quedaba señalado para cumplir un gran propósito de servicio, se le cuidaba y resguardaba de manera muy especial, siendo encaminado al aprendizaje de la más alta educación pues su destino era convertirse en un Hombre o Mujer sabio que se desempeñaría de adulto como Sanador; el amor de su madre le empoderaba para sanar el alma y el cuerpo de quien lo necesitara y así corresponder al gran sacrificio de la Cihuateo que lo sostuvo con su propia vida.
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